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Confucio y los negocios en China (Parte I)

Confucio y los negocios en China (Parte I)

Raquel Latorre

negocios en china

El presente post es el primero de una serie de cinco artículos en los que se analizará en profundidad la importancia en influencia de la herencia cultural confuciana en los actuales entornos de negociación chinos. 

Parte I

El pensamiento confuciano: algunos apuntes históricos

En esta serie de artículos sobre Confucio y los negocios en China, abordaremos los aspectos más destacados del confucianismo y cómo algunos de sus conceptos se han mantenido hasta nuestros días creando una base cultural aplicable a varios aspectos de la sociedad china, incluido el de los negocios. Asimismo, se analizará desde una perspectiva teórica la evolución de dicha filosofía hasta la formación de una cultura empresarial propia con base en arraigadas prácticas inherentes a la propia sociedad. Conceptos que, aún con cambios sustanciales, han logrado mantenerse e influir en la forma de hacer negocios entre chinos y occidentales.

Introducción

A la hora de abordar el mercado chino no es extraño encontrarse continuamente con comentarios del tipo de “es un mercado muy complicado”, “los chinos son muy diferentes”.  Este tipo de clichés y estereotipos obedecen en parte a un desconocimiento de la sociedad y el mercado, así como sus reformas y evoluciones en un entorno y evolución tan dinámica como la sufrida en China en los últimos 30 años. 

Desde que aconteciera en 1979 la apertura de China al exterior, muchos han sido los cambios que han ido transformando las políticas del gobierno chino en aras de lograr una mayor inversión extranjera, en un primer momento, y de fomentar el consumo interno y la mayor cualificación y competitividad de sus empresas y mano de obra, en una segunda fase.

Cierto es que el sorprendente crecimiento económico chino ha atraído la atención de inversores de todo el mundo, siendo ahora momento para que muchos inversores chinos tomen el relevo y abran sus miras a occidente. Una evolución económica que queda reflejada en el Informe sobre desarrollo humano 2013 publicado por Naciones Unidas de la siguiente manera: “Llegado el año 2020, según proyecciones estimadas para este Informe, la producción económica combinada de tres de los principales países en desarrollo solamente (Brasil, China e India) superará la producción total de Canadá, Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido y Estados Unidos. Gran parte de esta expansión es impulsada por nuevas asociaciones de comercio y tecnología en el interior mismo del Sur, como lo demuestra también este Informe.”  

Como Francoise Jullien planteaba en su libro Tratado de la Eficacia, la aproximación a la cultura de los negocios china requiere una transformación total del punto de vista más comúnmente usado en occidente (por no acotar demasiado). No se trata de seguir catalogando a la sociedad china como radicalmente opuesta, como venidos de otro planeta o demasiado diferentes. Simplemente se trata de intentar vislumbrar determinados axiomas desde otra perspectiva. 

Cuando textos chinos como Sunzi o Guiguzi son presentados como el contrapunto de los europeos Clawsevitz o Maquiavelo, Jullien argumenta que la herencia aristotélica de estos dos últimos no es sino la causa de su imposibilidad para proveer de teorías claras con el consistente poder predictivo que deseaban. Por el contrario, los estrategas chinos se encuentran sin esa clase de limitaciones en el ámbito de la interacción humana. La diferencia básica entre el pensamiento occidental y chino que Jullien busca demostrar es el siguiente: “uno construye un modelo que se proyecta en ese instante sobre la situación, lo que implica que la situación está momentáneamente ‘congelada’. El otro se basa en la situación de una disposición que se sabe está en constante evolución”.

Modificando ese prisma con el que adentrarse en la cultura y sociedad china es posible buscar fundamentos en los inicios de su filosofía relacionados con ese concepto de proceso, de camino, de aprendizaje, de transformación silenciosa, más valorada que la meta o el fin en sí mismo. 

Aparte de los axiomas centrales de la filosofía china, englobados en religiones como la taoísta o en creencias cosmológicas anteriores cuyos conceptos han formado parte de la sociedad china desde tiempos remotos. Sin duda, quien podemos decir que estableció las bases de un gobierno, un pensamiento, una moral y un código, fue Confucio (551 – 479 a.n.e).

El confucianismo, seguido y venerado hasta ser tratado como una religión pasó siglos siendo el código moral, didáctico y de gobierno en China y, posteriormente en regiones asiáticas colindantes que han evolucionado bajo estos mismos preceptos morales. En este sentido, ¿por qué el confucianismo y no el taoísmo u otra ideología se convirtió en raíz del código de conducta chino hasta prácticamente nuestros días? O ¿existen entre todos los países del continente asiático una natural y común predisposición a cierto tipo de filosofía con claros tintes de sumisión (humildad) acatamiento de reglas (basado en el respeto hacia superiores), gran sentido de la jerarquía (que ayuda al acatamiento de reglas) y al orden? 

Lo cierto es que el confucianismo ha marcado el germen más primitivo de una evolución social y cultural con planteamientos comunes en Asia y que difieren sustancialmente de la evolución acontecida en occidente. 

1- Los orígenes: el pensamiento confuciano

Desde hace más de 2.000 años el Confucianismo  (o Ru jia (入家) nombre chino de esta filosofía que literalmente se puede traducir como Escuela de los Letrados) se ha regido como la doctrina oficial del sistema político imperial chino. Desde la dinastía Han (220 a.n.e) hasta la dinastía Qing, derrocada en 1911, esta doctrina se ha arraigado profundamente en entornos políticos y en el grueso de la sociedad, no sólo como filosofía moral y pautas de gobierno, sino como pilar de un sistema educativo que, a raíz de la aparición de Confucio  en la historia de China dejó de pertenecer de forma exclusiva a la aristocracia.  

Confucio (551 – 479 a.n.e) fue el primer filósofo en implantar en China un sistema de educación no financiado por el Gobierno, siendo el inicio de lo que más tarde se conocería como las escuelas privadas. “En la primavera de 522 a.n.e., la gente llana del pueblo chino pudo, por primera vez, cruzar las puertas de una escuela y ponerse delante de un profesor. Ese profesor era Confucio”.  Esta premisa de la educación y el aprendizaje como axioma de la virtud humana ha caracterizado la esencia de Confucio y su doctrina.

Los pocos datos biográficos que se conservan sobre Confucio han sido obtenidos de obras muy posteriores, recopiladas de la transmisión oral en la que se propagó y enraizó toda la filosofía confuciana. Así, libros como Diálogos (Lun Yu) no son sino transmisiones orales del maestro a sus discípulos y a discípulos de sus discípulos, siendo el testimonio más vivo que ha llegado hasta nuestros días sobre las enseñanzas y personalidad de Confucio.  Pero el Confucianismo no puede restringirse a enseñanzas recopiladas en escritos, sino que se trata de una filosofía viva capaz de adaptarse a muy diversas épocas en la historia de China.

1.1- Apuntes históricos  

La formación del pensamiento confuciano comenzó con un germen, una raíz que se materializó en la filosofía de un hombre: Qiu Zhongni (Confucio), cuya visión en conjunto de su vida se puede resumir en tres grandes hitos que paso a detallar a continuación. En primer lugar, y como se ha expuesto anteriormente, la educación fue uno de los pilares que acompañó y caracterizó la evolución de este filósofo creador de toda una nueva doctrina de pensamiento. En segundo lugar, es necesario destacar el hecho de que llevara una vida errante, rodeado de sus discípulos, lo que propició sobremanera la propagación de sus ideas, así como su conservación en base a la transmisión oral de tan numerosos alumnos que iba encontrando en el camino. Por último, no es menos reseñable destacar los últimos años de Confucio, en los que volviera  a su tierra natal, en el Estado de Lu, para compilar no sólo su sabiduría, sino también  la recogida en los libros antiguos, creando obras tan conocidas como Anales de primaveras y otoños, Libro de las Odas y Libro de la historia. Se convirtió así en heredero de la cultura de las dinastías  Xia (s.XXI a.n.e. –  s. XVI a.n.e.); Shang (s.XVI a.n.e. – s.XI a.n.e.) y Zhou (s. XI a.n.e. – 256 a.n.e.) que fue transmitida a las generaciones posteriores a través de sus obras escritas.

Para discernir con mayor claridad por qué una sola persona pudo generar todo un movimiento filosófico, político y moral, es necesario comenzar realizando un trabajo de contextualización. Así, nos remontamos hasta los albores del S.VIII a.n.e. en la época conocida como las Primaveras y Otoños, momento histórico en el que la decadencia de la dinastía Zhou removió cimientos en sociedad y pensadores, ya que no podía entenderse como este mandato del cielo le pertenecía a dicha dinastía, cómo ese cielo podía permitir que una dinastía rota conservara el trono a cualquier precio. “El desmoronamiento de un orden político y de cierta visión del mundo es lo que explica en gran parte el pensamiento de Confucio. Más que un hombre, pensador, o incluso escuela de pensamiento, Confucio representa un auténtico fenómeno cultural .”  Un fenómeno que acabó fundiéndose con el destino de la civilización china y que se ha mantenido durante 2.500 años hasta nuestros días, con no pocas adaptaciones. Confucio no creó una corriente religiosa, ni contaba con ningún componente espiritual que diera forma a su doctrina. A diferencia de sus contemporáneos Buda, Max o Sócrates, parecía basar sus pensamientos más en el sentido común que en algún elemento de más alto calado, considerándose a sí mismo, como se ha dejado leer varias veces en los escritos de sus discípulos, como un fracasado. Sin embargo, ofreció por primera vez una visión del ser humano desde una ética de integridad y universalidad. 

Y… en la próxima entrega hablaremos de los conceptos básicos de la filosofía confuciana. 

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