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El Yijing o Libro de los Cambios. Reflexiones sobre la obra nuclear del alma china

El Yijing o Libro de los Cambios. Reflexiones sobre la obra nuclear del alma china

Mariola Moncada Durruti

Probablemente sea imposible descifrar China, o al menos hacerlo en algún grado, sin comenzar por el Yijing, el Libro de los Cambios o Libro de las mutaciones, ya que al Yijing se le puede arrogar el título de ser la obra nuclear del alma china y origen de su originalidad. El Yijing es el gran monumento del pensamiento chino y quintaesencia de su sabiduría, es, además, el punto de partida y de inspiración de la ciencia natural y social en China.

El Yijing es una obra que se fragua en la aurora cultural de China, allá por el tercer milenio antes de Cristo, y es incluso anterior a la invención de los caracteres chinos. Su origen y su evolución están entreverados con las figuras legendarias de la civilización china (Fuxi, Shennong, el Emperador amarillo, Confucio…).

El Libro de los Cambios es una obra que versa sobre la naturaleza del cambio, sobre lo único que los chinos consideran verdaderamente inmutable y es que todo es mutable. Esta obra es el resultado de un proceso de peculiar abstracción que se extiende durante milenios en el tiempo y en el que participan los más grandes sabios chinos. El resultado de este proceso es un mapa que explica la anatomía del cambio, que resume la totalidad de los infinitos cambios en los que la vida se manifiesta en una serie finita de patrones de cambio: sesenta y cuatro arquetipos o posiciones tipo que marcan el punto de inflexión en el cambio. Estas figuras se llaman hexagramas y están compuestas por seis líneas en las que se alternan líneas sólidas (yang) y líneas quebradas (Yin), el Yijing es por lo tanto una explicación total de la realidad en términos binarios.

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El Libro de los Cambios es también un producto intelectual de una característica muy china que es el afán por lo integral, lo orgánico, lo relacional, en definitiva una visión holística de la realidad. EL Yijing  es una suerte de Teoría del Todo en una versión de cinco mil años más antigua que las formulaciones actuales. Por eso el Yijing está en la base de la filosofía, de la medicina, de la astronomía, del Fengshui, de los almanaques agrícolas, etc. Es una de las primeras formulaciones del pensamiento correlativo chino, y un extraordinario exponente de la mente oriental, es ese otro polo de la episteme surgido de las entrañas del otro polo del continente euroasiático.

Al ser el Yijing un mapa del cambio, el devenir o azar, deviene algo relativamente racionalizable y, por lo tanto, predecible, de ahí que una de las principales funciones del Yijing haya sido la función oracular, que de hecho es su origen. Lógicamente un plano de todos los cambios habidos y por haber en el cual podemos establecer correlaciones o secuencias, lo que nos permite es predecir el futuro. De hecho el origen de los contenidos en los capítulos del Yijing se puede rastrear en las consultas oraculares que desde tiempos muy remotos se han hecho en China sobre temas de gran importancia como eran las guerras, o todo lo relativo al las cosechas, de desastres naturales, etc. Hay que tener en cuenta que, en la antigüedad, no solo en China sino también en la antigua Grecia, la adivinación o interpretación de los oráculos era una categoría mucho más dignificada de lo que actualmente es, era considerada una forma más elevada de conocimiento (ciertamente, un paradigma muy alejado de la sacralización de lo empírico en la que se mueven hoy nuestros parámetros mentales). La adivinación en China estuvo desde tiempos de la China arcaica muy unida al poder real, y fue un importante instrumento regulador o validador de decisiones políticas. El estatus de la adivinación era tan importante como para contar con un ministerio especializado en la antigua China que contaba con su ministro adivino y sus funcionarios. Estos servidores públicos no solo manejaban el Yijing, sino también otros métodos de consulta oracular, como la astrología, el movimiento de las nubes, la interpretación de sueños, de las grietas en huesos, etc. En definitiva, la adivinación era en China una actividad estatal oficialmente sancionada, remunerada y apoyada. Y además, en China, esta función oracular tiene la particularidad de haber ido acompañada de una larguísima historia registral, en la que se anotaban las preguntas y respuestas obtenidos de los oráculos y si coincidían o no con los hechos acaecidos a los que se referían. Descubrimientos arqueológicos relativamente recientes han sacado a la luz, miles de piezas de hueso de bóvidos donde se realizaban estas consultas con anotaciones que son de un valor histórico incalculable, muchas de ellas relacionadas con el Yijing y con la aparición de los primeros caracteres chinos.

Esta obra, un arcano de grandísima profundidad, y que encierra un modelo matemático muy sofisticado, en occidente se conoce muy tarde, hace apenas tres siglos,[1] y ha sido despreciada, o al menos no suficientemente ponderada, precisamente por el hecho de ser considerada un simple manual de adivinación. Salvo honrosas excepciones el Yijing ha sido una obra relegada al cajón de sastre de lo esotérico, y catalogada por occidente como “libros de fortuna y otros desechos de edades prelógicas”[2]. Todo esto a pesar de que célebres ilustrados como Leibniz (filósofo y matemático del siglo XVII), o personajes más actuales del siglo XX como Carl Gustav Jung[3] (medico psiquiatra pionero de la psicología profunda) ha manifestado su admiración por esta obra.

Leibniz supo del Yijing a través de un jesuita francés, el P. Bouvet, que se hallaba evangelizando China, y su encuentro con él le produjo un gran estupor y una gran fascinación, ya que comprobó que el Yijing era el enunciado perfecto de su novísimo descubrimiento de la aritmética binaria. Leibniz lo relata así en su obra[4] La Aritmética Binaria, donde explica que envió el resultado de sus trabajos al padre Bouvet quien se percató de la similitud entre su novedoso método de cálculo y la lógica matemática que subyace en las líneas del Yijing. Donde Leibniz utilizó ceros y unos, el legendario emperador Fuxi, autor del Yijing, utilizó líneas firmes y líneas quebradas (líneas Yin y líneas Yang)[5]. Leibniz en su búsqueda de un lenguaje universal que pudiera organizar todo el conocimiento, argumentó que toda la materia se puede representar en secuenciación binaria como unos y ceros o, como lo había expresado en la literatura antigua china, mediante el yin y yang.[6] Se da la circunstancia de que la aritmética binaria de Leibniz es la base del lenguaje de programación de los ordenadores modernos que están unidos de esta manera tan singular también a este monumento del pensamiento chino.

La función oracular del Yijing es muy importante y es una actividad nada banal. Si se sabe consultar, es decir, si se conocen los engranajes de Yijing y si se hace en una disposición mental y emocional propicia, la consulta al Yijing puede aportar un conocimiento muy valioso para tomar mejor una determinada decisión en un momento concreto. Tradicionalmente hay dos métodos para “calcular“ el hexagrama que nos dará nuestra posición actual y el segundo hexagrama que nos dará la posición en el futuro. Se puede hacer con el método de las tres monedas o de los tallos de milenrama. No obstante, el propósito de este ensayo no es el de explicar el funcionamiento de la función predictiva del Yijing (animamos a que el lector se embarque en este apasionante viaje por su cuenta…), sino poner de manifiesto el aspecto cosmológico y filosófico de la obra que nos acercará a la raíz de la episteme china y a entender así mejor su originalidad.

Genealogía del Yijing

La China legendaria del tercer milenio a. C. , según la tradición, es la que alumbra los orígenes más remotos del Yijing cuya autoría se atribuye al mítico emperador Fuxi . El tercer milenio es cuando cristalizan totalmente en China los logros y avances de la revolución neolítica (agricultura, ganadería, la primera farmacopea, el germen del estado) y que se atribuyen a sus padres fundadores; Fuxi, el “domesticador de animales”, Shennong, el “agricultor mágico”, el Emperador Amarillo, padre de la medicina china.

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El segundo milenio a. C. arranca con la dinastía Xia (2100-1600 a. C.), un pueblo cultivador de mijo y soja cuya civilización prospera en las fértiles llanuras del Río Amarillo, y continúa con la dinastía Shang (1600-1100 a. C.), un pueblo guerrero portador de instrumentos de bronce. De ambas dinastías se sabe que contaban con versiones del Yijing anteriores: el Lianshan Yi o Cambios de la Cadena Montañosa en la dinastía Xia, y el Guican Yi o el Regreso a un lugar oculto. Ambas versiones antiguas del Yijing han desaparecido, y se cree que pudieron ser obra de Shennong, del Emperador Amarillo, o quizás de los también legendarios emperadores Yao o Shun.

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El paso del segundo milenio al primero alumbra una nueva dinastía, la dinastía Zhou, considerada como la Edad de Oro por Confucio y su escuela. Los primeros monarcas Zhou serán para Confucio los arquetipos de moral, de sabiduría, de justicia y de buen gobierno, serán por tanto el ideal de la figura del príncipe. Es la gran etapa formativa de la tradición china, la dinastía en la cual se redactan gran parte de los clásicos. Su fundador, el rey Wen de Zhou (1112-1056), es una figura emblemática en la historia del Yijing, ya que es el artífice de su última versión: el Zhouyi o Libro de los Cambios de los Zhou. Dice la leyenda que el rey Wen fue prisionero del último monarca Shang, y empleó los siete años que duró su cautiverio en estudiar el Yijing. Se dice de este monarca que fue el creador de los 64 hexagramas al superponer los trigramas, y el autor de las las anotaciones (dictámenes) de cada uno de ellos. El rey Wen de Zhou fue también  el autor de una nueva secuencia de los ocho trigramas que va a suponer también un hito dentro del Yijing. Su hijo el Duque de Zhou completó la obra de su padre escribiendo los comentarios a cada línea de cada uno de los sesenta y cuatro hexagramas.

El Zhou Yi o Libro de los cambio de los Zhou es la versión que leyeron Confucio y Lao Tse quinientos años más tarde en la turbulenta época de los Primaveras y otoños. A esta versión se le añadirán posteriormente el resto de los comentarios que conforman las Diez Alas, y que forman la segunda parte de la obra (de los que alguno, como el Gran Comentario Da Zhuan,  se cree que es obra del mismo Confucio). En esta segunda parte hay una formulación más estructurada de los principales contenidos filosóficos y cosmológicos del texto de los hexagramas, y complementa así el contenido adivinatorio, de lenguaje más críptico y arcaico de la primera parte.

Ambas partes, la primera de los sesenta y cuatro hexagramas y la segunda de los comentarios, constituyen la versión canónica del Yijing. El Zhou Yi es uno de los pocos clásicos que se salvó de la quema de libros del temible emperador unificador de China Qinshi Huang. En los siglos posteriores experimentará una voluminosísima exégesis, de las que destaca de manera especial la contribución de un personaje de finales del siglo II, la convulsa época de sigue al final de los Han, que es Wangbi, con un comentario al Yijing de especial trascendencia que rescata el aspecto más sapiencial del Yijing tras siglos de saturación exegética y de elucubración numerológica de la dinastía Han[1].

Contenido filosófico del Yijing. Génesis y desarrollo del concepto yinyang

El origen de los hexagramas, como elemento fundamental del Yijing, está explicado en el comentario recogido en la Quinta Ala donde se explica el origen del concepto Yin Yang (aunque éste no está como tal formulado de forma explícita en el texto del Yijing)  como la polaridad en su nivel más elemental.

无极生太极,太极生两仪,两仪生四象,四象生八卦

El vacío genera lo supremo, lo supremo genera los dos modelos, de los dos modelos surgen las cuatro imágenes, de las cuatro imágenes surgen los ocho trigramas

无极生太: De la nada, del vacío  surge el taiji, el absoluto en cosmología china que cuyo símbolo es el taijitu太极图, es el qi original del universo, el ser en potencia o potencialidad máxima.

太极生两:De este Uno surgen las dos fuerzas primigenias, la formación del universo tiene lugar por el movimiento que resulta de la interacción de la fuerza centrífuga (Yin) y la fuerza centrípeta (Yang). Yin y Yang no son entidades distintas, no son opuesto diferenciados sino dos polos dentro un mismo movimiento pendular, dentro de todo Yin hay Yang, y dentro de todo Yang hay Yin, no pueden existir de forma independiente,

两仪生四:del Yin y Yang surgen los cuatro alineamientos básicos:

太阳: yang extremo (espíritu/conciencia)

太阴: yin extremo (piedras/minerales, materiales densos

少阳:yang mínimo (hombres/animales)

少阴:yin mínimo (mundo vegetal, seres vivos sin conciencia)

四象生八卦: de las cuatro figuras en un proceso de maduración en el cambio surgen los ocho trigramas, ocho figuras de tres líneas que constituyen los arquetipos básicos del cambio cada uno de ellos con una cualidad distinta. Estos ocho trigramas están asociados a ocho imágenes; cielo, tierra, trueno, agua, montaña, viento, fuego y lago, son las ocho figuras paradigmáticas en las que el Yijing expresa el lenguaje del mundo. El alineamiento de estos ocho trigramas en un orden cíclico es lo que ha proporcionado a todos los sabios y científicos de generaciones posteriores relacionar cientos de diferentes sistemas (incluidos sistemas médicos) de situaciones universales, dará la respuesta a nuestra pregunta.

Reflexiones finales

Concluimos con unas reflexiones acerca de la significación del Yijing en la formación y desarrollo de la mente china y de su singularidad con respecto a los esquemas mentales más occidentales. Este apartado podría ser mucho más extenso y sin duda se podría abordar desde muchas más ópticas, sea pues un punto de partida que anime al lector a seguir profundizando en la comparativa, apasionante, entre China-Occidente.

El punto de partida es, como en todos los sistemas filosóficos, identificar lo real. Para Platón lo real son las ideas, lo que él llama las “verdaderas formas”, desde entonces la metafísica occidental ha perseguido las verdades inmutables, las causas supremas. Este planteamiento ontológico es diferente en China, una mente que ha identificado desde tiempos remotos lo real con el cambio, lo único verdaderamente inmutable para China es que todo es mutable. Esta disparidad ontológica nos va a llevar también por un camino epistemológico distinto: el cambio (es decir la esencia de lo real) no puede aprehenderse porque está en constante mutación, pero sí podemos extraer de él patrones. El patrón más fundamental de cambio y que constituye la intuición filosófica de la cual deriva todo el China es el concepto Yinyang, la pareja de contrarios complementarios que, de entrada, niega el principio de la lógica aristotélica de no contradicción, y que resume magníficamente la descripción de Wang bi: “Yin es lo que será Yang y Yang es lo que será Yin”. Esta es la intuición filosófica que nace en el Yijing. Tradicionalmente hemos entendido (traducido) la pareja YinYang como masculino/femenino, día/noche, frio/calor, lo que puede originar una imagen dual un poco equivocada. Hay otras acepciones que quizás nos puedan ayudar a entender mejor la indisolubilidad de estos polos y a entender mejor la intuición filosófica que subyace en el concepto: potencia/forma, espíritu/materia, cielo/tierra, sustancia/función, onda/partícula…

Al identificar lo real con el cambio y no con verdades inmutables, el pensamiento chino no ha desarrollado un pensamiento finalista, ni ha dado lugar a cosmogonías teleológicas con un principio y un fin, un alfa y un omega. El objeto del pensamiento chino ha sido el de intentar anticiparse al cambio, para poder así adaptarse a él de la manera mas conveniente. El pensamiento chino en un claro contraste con la metafísica occidental, es la filosofía de la eficacia[7]. Jung habló de la sincronicidad como concepto fundamental que subyace en la lógica del Yijing, y diferencia claramente el pensamiento “causualista” occidental con el pensamiento “casualista” chino.

Otro de las consecuencias de este enfoque ontológico es su vocación holística. El pensamiento chino es una tradición adiestrada para pensar en lo integral de forma  relacional, es decir para entender los procesos. El Yijing es el germen del pensamiento correlativo chino de donde se derivan otras teorías sistémicas o patrones de cambio (muchos de ellos de importancia capital en el desarrollo de la ciencia en China, como por ejemplo  los Cinco elementos, y los ciclos sexagenarios). Estos patrones, lejos de actuar independientemente, se entrecruzan para obtener un mapa más preciso de la realidad. Es curioso observar cómo la gran parte de las taxonomías y deducciones en China se plasman gráficamente en círculos, una forma geométrica englobante y armónica.

En el pensamiento chino los conceptos son más abiertos y con límites claramente más borrosos que los conceptos producidos por la metafísica occidental, es posible que ello explique la existencia de una mayor tolerancia hacia la incertidumbre en la episteme china y probablemente también esté ligado a la diferente concepción del azar o devenir en China. En occidente el azar ha sido algo incognoscible por no estar ligado a la causalidad, y ha sido descartado del dominio de la razón puesto que no se puede explicar ni reproducir. El azar es sin embargo en el Yijing un parámetro fundamental porque nos aporta la configuración que a cada instante toma espontáneamente el flujo del Tao cuando se le deja en libertad. Cuando una moneda se lanza al aire acaba por caer de un lado o de otro, el lado en el que finalmente cae es signo evidente de la cualidad propia del instante. La imagen para los chinos que mejor manifiesta el azar es la oropéndola amarilla, con un vuelo libre de presión se posa siempre donde se deben de posar, en el lugar más congruente con el conjunto de la situación.[8] A propósito de ello, Confucio cuando recomendaba la utilización  del Yijing al letrado lo hacia porque: “su función es enseñarnos lo que las aves hacen naturalmente”. Eso hace que la incertidumbre, que tanto trastorno genera en la mente occidental (excesivamente esclava de la certeza, sea más fácil de navegar en la mente china, quizás detrás esté esa confianza en que hay una lógica un orden en el azar, visto como fundamento racional, no reliquia de eras prelógicas, gracias al cual se nos da en el Yijing la correlación entre la situación particular que nos encontramos y alguna de las sesenta y cuatro situaciones-tipo que se le pueda asemejar.

Curiosamente estas reflexiones sobre el pensamiento tradicional chino se acercan mucho en sus presupuestos a las propuestas de lo más puntero de la ciencia, hay varios estudios serios que analizan los extraordinarios paralelismos entre el Yijing y la estructura matemática del código genético ADN[9], y la importancia de los estudios comparativos en el desarrollo de la epigenética. Pero son todavía más asombrosos los paralelismos entre los principios intuidos por los sabios chinos hace más de tres mil años y las modernas teorías de la relatividad de Einstein o las leyes cuánticas, descubrimientos  ambos que retan muy seriamente el paradigma racionalista y mecanicista en el que se ha basado la modernidad occidental.

Será, quizás, porque la civilización milenaria que es China ha vivido otra ilustración? Sin duda merece la pena detenerse en contemplarla.

*  *  *

Yijing. El libro de los cambios, traducción, notas y estudio crítico de Jordi Vila. Incluye el comentario de Wangli traducido por Albert Galvany, editorial Atalanta, 2006.

[1] La primera versión del Yijing que se publicó en Europa se hizo en latín en 1835 por un jesuita el P. Regis.

[2] JAVARY, Cyrille: Los engranajes del Yijing, Siglo XXI, 2008

[3] precisamente autor del prólogo de una de las versiones más traducidas del Yijing, la de Richard  Wilhelm

[4] LEIBNIZ, G.W.: La aritmética binaria, 1703, véase también: Discurso sobre la teología natural de los chinos

[5] La correspondencia completa entre Leibniz y Bouvet entre 1697-1707 está disponible en internet en una traducción al inglés de Alan Berkowitz y Daniel J. Cook

[6] SWETZ, Frank J.: “Leibniz, the Yijing, and the Religious Conversion of the Chinese”, Mathematics Magazine , Vol. 76, No. 4 (Oct., 2003), pp. 276-291

[7] En relación a este aspecto recomendamos la obra de Francois JULLIEN: La eficacia china, Siruela, 1999, y visitar el lúcido e interesante Blog filosófico Una trama sin tejer.

[8] Javary, C. Op. Cit. P. 48

[9] Sepúlveda López, Moisés: I ching/Yijing, el Tao del ADN, el orden natural del libro de las mutaciones entretejido con el código genético, Bogotá, 2009

Qué interesante…

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