EL MOVIMIENTO MADERA, el resurgir de la vida
Rafael de Mora
Reflexiones sobre Cosmología
Durante el invierno, la vida se interioriza y congela, siendo un fiel reflejo del Movimiento Agua que rige esta estación. Con la llegada de la primavera, el Movimiento Madera deshiela la vida, permitiéndola rebrotar construyendo un nuevo comienzo.
Si observamos la Secuencia Anterior al Cielo (también llamada del Cielo Anterior), creada por uno de los tres míticos augustos de la cultura china, Fuxi (伏羲), durante el III milenio a. C. (quien a su vez también creó los ocho trigramas Bagua, 八卦), observamos que en la izquierda de la imagen ‒donde se representa el Este en el ciclo anual y el amanecer en el diario‒ figura la imagen del crecimiento y el trigrama del fuego (li, ☲). Ello nos habla del cambio de tendencia de la noche al día y del invierno a la primavera. Así pues, el Movimiento Madera implica ese estado intermedio, de transición, entre la estabilidad máxima yin (fría, oscura y quieta) y la emergencia del inicio de la movilidad yang (caliente, luminosa y dinámica).
Las Edades del Hombre
El Movimiento Madera corresponde a la primavera, y en las Edades del Hombre comprende el período de la infancia desde el momento en que empieza el gateo hasta la preadolescencia. El niño, al igual que el reino vegetal que representa la Madera, tiende a colonizar todos los espacios y a desplazarse en todas direcciones de forma errática y rápida: igual que el viento, celebérrimo arquetipo del Movimiento Madera. El viento surge de la diferencia de potencial (frío/calor, yin/yang) que hay en la atmósfera. Su existencia facilita que insectos y pájaros polinicen y siembren respectivamente la vida en el reino vegetal, lo que se va a materializar en la colonización por las plantas de todo el planeta, hecho que ocurre principalmente en primavera en el hemisferio norte.
La infancia es un período de cambios físicos y psicológicos bruscos. El niño comienza a percibir su individualidad fuera de su madre, lo que le lleva a la fase de la autoafirmación, que se puede mostrar en recurrentes contestaciones con un solemne «no» a cualquier pregunta, sea esta cual sea, o frecuentes rabietas poco justificadas. Igualmente, de forma lenta e inexorable, el niño va entrando en contacto con la sociedad, lo que implica un sinfín de conflictos relacionados con el territorio y la autoafirmación.
Entre la agresividad destructiva y la ira santa
Durante la primavera, todos nosotros, sea cual sea nuestra edad biológica, nos vemos influidos por la psicología propia del Movimiento Madera y de la infancia, lo cual nos lleva indefectiblemente a un estado de labilidad emocional que en adultos se manifiesta en solemnes enfados en los que la persona se siente atacada o invadida en su espacio (recuérdese el carácter colonizador del reino vegetal) o simplemente agraviada.
No es casualidad que sea precisamente en primavera cuando hay más conflictividad entre las personas, e incluso entre los animales. «La primavera la sangre altera», dice el refrán. Por ese motivo, en la teoría de los Cinco Movimientos se asocia al Movimiento Madera con la emoción de la ira. La ira, al igual que el resto de las emociones humanas, no es per se buena o mala, pero sí es necesario saber modularla. Ira, enfado, agresividad, etc., son hijos de la intolerancia (a los demás, a la sociedad y al mundo mismo): esa es la gran lección, aceptar que el mundo no es como nos gustaría y, sobre todo, que hay otras visiones del mundo que, a pesar de ser distintas de las propias, son igual de legítimas y de necesarias como las nuestras.
Pero en no pocas ocasiones, la ira nace directamente de la injusticia más palmaria. ¿Qué hacer entonces? Aquí entra en juego la ira santa, que no es otra cosa que reconducir el caudal de agresividad y energía que nos inunda, redirigiéndolo hacia una actividad que precise un gran gasto energético, pero que sea constructiva y loable, en vez de destructiva y caótica. Es como encauzar una gran avenida de agua que surge tras la tormenta, trasmutando el probable caos y destrucción en generación eléctrica y reservorios de agua potable para la agricultura.
Nosotros tenemos que ser los dueños de nuestras emociones y somos los únicos responsables de su gestión. El abandonarnos a ellas o el modularlas para obtener su enseñanza es tarea individual de cada uno: de nosotros depende.
Medicina China
Según la Medicina China, el hígado se comporta como las plantas que brotan y crecen en primavera. Por eso el hígado funciona más activamente en primavera. Así pues, la primavera es el mejor momento para nutrir y equilibrar el yin y el yang del hígado, que es el representante orgánico del Movimiento Madera y de su esfera funcional en nuestro cuerpo.
Según la teoría de los Zang Fu (órganos y vísceras) estas son sus funciones:
- Mantiene el libre flujo del Qi (energía=actividad), regulando su circulación por todo el cuerpo.
- Relacionado con la ira, el nerviosismo, la agresividad, etc.
- Función digestiva general y liberación de la bilis.
- Regula el drenaje de las vías de los líquidos y de las toxinas.
- Reservorio de la sangre para regular su cantidad.
- Controla y nutre los tendones y los ligamentos.
- Modula la función ocular.
Su esencia reside en la fluidez; o sea, que todo llegue a su sitio y que el movimiento de la energía y de la sangre no se detenga. De esta manera, no sólo estaremos sanos, sino que también estaremos en plenitud de facultades.
Su patología surge cuando se interrumpe la fluidez, creando diferentes tipos de bloqueos de Qi (energéticos, es decir funcionales) o de Xue (sangre). Entonces, nacen problemas en su propio territorio, como los enfados, los problemas visuales, articulares, digestivos, psiquiátricos, etc.; o en otros sistemas aledaños que son afectados por el hígado, como las gastritis, colitis, hemorroides, varices, hipertensión arterial, masas, trombos, ictus, infartos, manías, etc.
Conclusiones
La primavera es el tiempo de la fluidez. El vivir con la levedad de los niños y con su deseo de descubrir el mundo nos ayudará a no aferrarnos a creencias y prejuicios que puedan bloquear nuestro Qi y nuestra salud.
El ejercicio físico (que siempre es un elemento imprescindible de la salud) es en estos momentos aún de mayor importancia, ya que nos ayudará a canalizar el exceso de energía, facilitando la circulación del Qi y de la sangre por todo el cuerpo, lo que implica una gran ayuda para la necesaria eliminación de toxinas.
Tal y como revela el Huang Di Nei Jing (黄帝内经, Clásico interno del Emperador amarillo), «durante el sueño, la sangre vuelve al hígado» y «en primavera hay que levantarse temprano y acostarse temprano». Por ello, es muy recomendable acostarse antes de a las 23 horas (horario solar); no sólo para tener un sueño reparador, sino también para cuidar al hígado durante la estación en que más vulnerable está. De 23 h a 1 h es el horario de la vesícula biliar (víscera emparejada con el hígado) y de 1 h a 3 h de la mañana es propiamente el horario del hígado.
En la misma línea, es aconsejable comer pocos alimentos de sabor ácido, ya que los alimentos con este sabor tienen una función astringente (concentra la energía). El hígado tiene tendencia al exceso de energía, y durante la primavera esta característica se exacerba; por ello, no es adecuado abusar de alimentos que concentren o aumenten, aún más, su energía, ya que esto obligatoriamente creará un bloqueo de sus funciones que perjudicará la fluidez en la circulación del Qi y, por tanto, a sus funciones.
En cuestiones dietéticas es muy importante resaltar la conveniencia de prescindir del consumo de fritos y picantes, y muy especialmente, hacer cenas ligeras y tempranas; así como aumentar sustancialmente la ingesta de agua y reducir/eliminar la de bebidas azucaradas y alcoholes.
Finalmente, la clave para la salud hepática y para nutrirse sanamente durante la primavera es mantener el buen humor. La Medicina China nos recalca que las emociones demasiado fuertes pueden afectar a los cinco órganos Zang, y muy especialmente la ira se dirige contra el hígado. Sin duda, el buen humor y la fluidez que da la flexibilidad son nuestros mejores aliados para adaptarnos a los tiempos distópicos que estamos viviendo, donde la ira y la agresividad se han convertido en la moneda de cambio de las relaciones humanas.