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China y Occidente: ideas y medicina

China y Occidente: ideas y medicina

Mariola Moncada Durruti

Hay una serie de hitos en la historia de la humanidad cuya contemplación arroja mucha luz sobre lo que somos o lo que creemos que somos. Probablemente pensemos que nos ha tocado vivir en la época más revolucionaria de la historia de la humanidad (los últimos dos siglos han alumbrado la revolución demográfica, la revolución industrial, la revolución política, la revolución científica, la revolución tecnológica y la revolución digital…) pero desde el punto de vista de la transformación de la vida de los hombres, ninguna de ellas ha igualado en impacto a una revolución que tuvo lugar hace aproximadamente 10.000 años: la revolución Neolítica. Esta revolución comenzó hacia el octavo milenio antes de Cristo en tres grandes focos de donde se irradió al resto del viejo mundo: se trataba de las húmedas y fértiles llanuras formadas por los ríos Tigris y Éufrates (en el creciente fértil), los ríos Indo y Ganges en la India, y la pareja del río Amarillo y el Yangtse en China. Las grandes civilizaciones de la antigüedad: la civilización mesopotámica, egipcia, india y china nacieron cuando los pobladores de estas zonas dejaron de ser cazadores recolectores para convertirse en ganaderos y agricultores. 

revolucion neolitica

La ganadería y la agricultura propiciaron el sedentarismo, y con él la formación de sociedades más amplias y más complejas, con nuevas necesidades. El paso de la vida de las cavernas, cuyo motor era básicamente la supervivencia, a una vida más acomodada donde el abastecimiento estaba más o menos asegurado y permitió el lujo de poder empezar a aplicar la inteligencia humana en producir, más allá de bifaces y hachas, cotas más elevadas de conocimiento, y así, surgieron más palabras.

Las palabras facilitaban la producción de conocimiento nuevo, pero, para poder acumularlo y transmitirlo, se hizo necesaria una nueva herramienta que resultaría ser mucho más poderosa que cualquier hacha o bifaz: la escritura.

Los primeros vestigios de escritura de la humanidad surgen en el paso del cuarto al tercer milenio antes de nuestra era, y se caracterizaron por ser, en diferentes variantes, una escritura de naturaleza logográfica, es decir unos signos de carácter pictográfico o ideográfico, en definitiva imágenes de las cosas que representaban. Así surgieron la escrituras más antiguas como los jeroglíficos egipcios, la escritura de la antigua Mesopotamia, o los caracteres chinos.

escritura pictogramas

La escritura de pictogramas fue relativamente útil para denominar objetos, pero resultaba algo más ardua cada vez se necesitaba plasmar la imagen de conceptos más complejos, además había que memorizar un número cada vez mayor de imágenes. Así, por conveniencia, las escrituras logográficas, basadas en su origen en elementos pictográficos, fueron incorporando otros signos diferentes, de carácter fonético, como silabarios, que finalmente acabaron por desplazar a los elementos pictográficos y dar lugar a un nuevo tipo de escrituras fonográficas, lo que conocemos como alfabetos: un conjunto limitado de signos fruto de la abstracción fonética. 

Todo esto ocurrió alrededor del segundo milenio, sobre esa fecha y a lo largo ya del primer milenio el alfabeto fenicio, se extendió por Europa y Asia (de la mano del comercio) dando lugar a los tres grandes alfabetos: el griego, del que se originó el alfabeto latino, el árabe, y el hebreo. 

La escritura alfabética, permitió algo trascendental en las historia de las ideas: permitió que las palabras se separaran de la realidad material. Puesto que ya no era preciso dibujarla, dio alas al pensamiento abstracto y especulativo, y aumentó la distancia entre la cosa y la palabra, forjando así las bases para un pensamiento dualista en el que el Mundo de las Ideas o el mundo inteligible de Platón establecía una frontera clara con el mundo sensible. Las ideas (las verdaderas “formas” para Platón) eran independientes de lo material, lo sensible, engañoso pues era cambiante. El conocimiento humano quedó así dividido entre el conocimiento empírico (lo físico, lo material) y lo racional (lo metafísico, lo conceptual). 

El pensamiento de los grandes filósofos de la antigüedad griega, Sócrates, Platón y Aristóteles, fue articulado en este tipo de escritura. Probablemente el salto a la abstracción, al pensamiento especulativo, a la lógica formal, el paso del Mhytos al Logos, a la primacía de la razón tuviera mucho que ver con las posibilidades que ofrecía una fórmula abstracta de plasmar la escritura. 

¿Qué pasó en China al mismo tiempo con su escritura? A diferencia de lo que ocurrió en el continente Indoeuropeo, China no abandonó su escritura más primitiva pictográfica, el uso de los caracteres se mantuvo gracias también a una evolución propia de los mismos hacia formas más esquemáticas que simplificaban su escritura, al tiempo que le permitía seguir anclada a la realidad. 

Llama la atención como en la cosmología China no se dio esa distinción tan radical entre el mundo matérico-físico y el metafísico-conceptual. La cosmología taoísta china, hereda del Yijing (o Libro de las Mutaciones), es de carácter organicista. En ella hombre y universo están concebidos como un sistema en el que no existe una frontera entre lo denso y lo sutil, siendo lo sutil origen de lo más denso y lo denso fundamento de lo sutil. Se trata de una cosmología que identifica al ser como algo en constante cambio y al cambio como principio rector del equilibrio. 

Probablemente no sea solo la escritura el único factor determinante en la diferente episteme de China y Occidente, pero sí un factor clave. Ante la lógica lineal, el modo de discurrir de los griegos, China ejerce un tipo de pensamiento de formulación no lineal, sino sistémica. El objeto del pensamiento chino nunca fue como el de los griegos, el de buscar las verdades últimas de validez universal, sino el de extraer de la realidad los patrones de cambio, únicas fórmulas mentales capaces de explicar lo que para China resulta ser la verdad más elevada: el cambio. 

De entre los patrones de cambio elaborados por el pensamiento chino y presentes ya en la obra cosmológica más antigua, el Yijing o Libro de las Mutaciones, se encuentra la pareja de Yin y Yang y el modelo de los cinco elementos o cinco fases. Ambos patrones son fundamentales para entender la fisiología, fisiopatología y el diagnóstico en la Medicina Tradicional China.

Yin y Yang
modelo de los cinco elementos
Modelo de los cinco elementos (o de las cinco fases).

Los griegos buscaron con ahínco la verdad, lo inmutable, mientras los chinos en el otro extremo del continente euroasiático desmenuzaban la anatomía del cambio, de lo mutable.

Lógicamente, el diferente discurrir de ambas tradiciones de pensamiento tiene su reflejo en el modo en que chinos y occidentales  han percibido el cuerpo humano y la ciencia médica. Por ejemplo en el plano anatómico. La muscularidad, la descripción detallada del músculo, ha sido un aspecto prominente en la descripción de la anatomía clásica, no sólo perceptible en los tratados de medicina (desde Galeno, médico griego del S. II hasta Vessalio en el Renacimiento), sino en el mismo arte occidental, que desde sus inicios ha sido un canto a la muscularidad.

Sin embargo, resulta sorprendente que en China no solo no se percibiera esta musculación o, al menos, de esta forma tan prominente. La muscularidad que ha caracterizado la representación del cuerpo humano en occidente contrasta con esa sinuosidad, falta de detalle, esa sutileza en la descripción de los cuerpos presente en el arte chino y en la escasísima presencia del desnudo, omnipresente en el clasicismo occidental.

Muscularidad: representación del cuerpo humano en China y representación en Occidente.

¿Por qué los médicos y artistas chinos no describieron los músculos con el mismo detalle y precisión que sus homólogos griegos y romanos? Sencillamente, porque no era lo que más les interesaba del cuerpo humano. Lo que sí describieron los médicos chinos y de forma muy detallada, fue toda la red de canales y meridianos del cuerpo, las vías por donde discurren los puntos de acupuntura, las autopistas por donde recorre el Qi, el concepto quizás más importante en fisiología china por ser el responsable de todas las funciones fisiológicas del cuerpo humano. 

¿Por qué en occidente no se percibió su existencia? Quizás esa búsqueda de la exactitud en la que se ha llegado a cotas altísimas en la medicina occidental fue en detrimento del conocimiento de lo más sutil, por incierto, de la fisiología humana. La disección de los cuerpos fue la técnica que permitió escrutar al detalle la fisiología humana, y definir con tanto rigor la muscularidad, pero para lograr esa claridad, el cuerpo debía estar inerte, estático. A los médicos chinos les fascinaba igualmente el cuerpo humano pero no lo describieron inerte, sino en el flujo constante de la fuerza vital, el Qi. 

cuerpo humano medicina china

Diferentes modos de pensar tiene o dan lugar a diferentes modos de percibir y de entender no solo la fisiología, sino también la etiología o patogénesis, es decir la definición del origen de las enfermedades. La medicina china está basada en un tipo de conocimiento adiestrado para discurrir de forma holística, en el que los tres planos: espíritu, materia y energía no solo están orgánicamente integrados sino que además no se conciben de forma aislada.

La conexión que la medicina china establece entre las emociones (algo muy borroso en la medicina convencional están relacionados exclusivamente con el cerebro) y la esfera funcional de los órganos internos, es muy clara. Así, por ejemplo, en un cuadro depresivo, proporciona al paciente otro enfoque, un patrón de disarmonía más amplio que integra toda la esfera funcional de un órgano y por tanto dar más pautas de tratamiento que simplemente medicamentos antidepresivos. 

Funcionar con patrones de cambio, en lugar de con diagnósticos universales de patologías, proporciona además la apertura del espectro temporal de una enfermedad. La enfermedad tal y como se entiende en la medicina occidental se manifiesta cuando en la  china el desequilibrio es ya muy fuerte. Pero ese patrón de desequilibrio, tiene fases previas captables por la medicina china mucho antes de que se manifieste la patología (días, meses o años), y por lo tanto le confiere un enorme potencial preventivo, con el ahorre de coste en sufrimiento y económico que supone la lucha contra una enfermedad grave, como por ejemplo un cáncer. 

Medicina china y medicina occidental no son prácticas contradictorias o excluyentes. Son el resultado de dos tradiciones de conocimiento cuya inteligibilidad ha funcionado en dos pliegues diferentes, dos pliegues que se pueden entreverar e integrar y con ello proporcionar un cuadro de la salud mucho más completo, que se acerque todavía más a ese misterio que es el hombre. 

Con el corazón puesto en ese afán, proponemos acercarse a la medicina china con una mirada que no surja del juicio, sino del asombro ante lo diferente, porque el asombro, y eso lo saben los buenos científicos, tiene el potencial de convertir la diferencia en un espacio fecundo de complementariedad.

Ponencia presentada por Mariola Moncada Durruti en la mesa redonda La Medicina China. Dignificación, regulación y formación, celebrada 25 de abril 2019 en el auditorio del Centro Cultural de China en Madrid.

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