La revolución Taiping: el desafío del pueblo chino a los Qing o el germen revolucionario de la China moderna
Mariola Moncada Durruti
A mediados del siglo XIX tuvo lugar en China un acontecimiento histórico de enorme relevancia: la Revolución Taiping (太平天国) o el Reino Celestial de la Gran Paz. Esta revolución, de origen campesino y de corte radical, fue la primera gran revolución china de masas en la edad moderna, y consiguió nada menso que sacudir los cimientos del poder imperial de entonces y poner en jaque a las tropas de la ya en declive dinastía Qing.
Desde finales del siglo XVIII, la economía china había ido perdiendo impulso y derivando en una grave crisis que provocó, entre otras cosas, mayores cargas fiscales sobre los más pobres y, por lo tanto, un descontento generalizado entre la población campesina.
Al factor de crisis económica se le añadió otro de naturaleza demográfica: el gran crecimiento de población que tuvo China en el cambio de siglo. China pasó de tener una población de 230 millones en 1770, a contar con 394 millones de personas en 1830, en solo 60 años. La escasez de superficie cultivable y la subsiguiente crisis de subsistencia fueron sin duda caldo de cultivo para levantamientos campesinos.
A esta ya difícil situación del campo, se le unía la corrupción rampante de la administración china que agravó sobremanera el desafecto de la población china hacia los Qing. Una dinastía, la dinastía Qing, que además era de origen extranjero (de origen manchú) y cuya debilidad e incompetencia había sido la causa, a ojos del pueblo, del desastre económico, de la escasez de alimentos y de la humillante presencia colonial en China de potencias extranjeras. No olvidemos que pocos años antes de que estallara la revuelta, el imperio británico, había iniciado en China las Guerras del Opio, y había ocupado ya plazas como Shanghai, Xiamen y las isla de Hongkong.
La Revolución Taiping fue una revuelta de origen campesino, de corte milenarista, igualitario y radical. Fue una acción política de masas a gran escala que fácilmente se puede entroncar en la larga historia de revueltas campesinas que han jalonado la historia del imperio chino desde las primeras dinastías. No olvidemos que la misma dinastía Han, la dinastía que asentó la estructura del poder imperial en los primeros siglos antes de la era cristiana, en China cayó tras una revuelta campesina, la Revuelta de los Turbantes Amarillos, cuyos protagonistas lo son también de una de las obras clásicas de la literatura china, “Romance de los tres reinos”, y con quienes se iniciaba una larga historia de revueltas campesinas.
Es interesante comprobar como estas revueltas tuvieron a lo largo de los siglos un perfil similar: todas ellas eran de origen campesino, con una ideología igualitaria de inspiración mística o religiosa que en su mayoría entroncaba con el pensamiento taoísta y en clara reacción al dirigismo confuciano. Estas revueltas actuaban como “válvula de escape” y tenían la misión de revocar el mandato celeste si la dinastía reinante y su administración probaba ser indigna de él, algo que ocurría cuando la falta de ejemplaridad o corrupción de los gobernantes se hacía demasiado evidente.
Así las revueltas campesinas, derrocando a la dinastía corrupta, venían a restituir el orden confuciano en la figura de una nuevo monarca, que a menudo solía ser el líder de la revuelta. Las revueltas campesinas terminaban constituyendo, curiosamente, un mecanismo fundamental para la consecución del equilibrio en política y el mantenimiento del orden confuciano.
El movimiento Taiping fue también heredero de esta tradición. La rebelión estuvo liderada por un chino cristiano, Hong Xiu Quan, que se consideraba así mismo discípulo de Dios (incluso creía ser el hermano menor de Jesucristo y consiguió durante casi veinte años (de 1850 a 1864) controlar un amplio territorio del China, en el que desplazó a las fuerzas imperiales con su ejército campesino del Reino Celestial de la Gran Paz. La rebelión Taiping fue un gran movimiento de masas que quiso cambiar el orden establecido, de manera revolucionaria y radical.
El panorama interno de China era realmente desolador. Prueba de que el gobierno de los Qing estaba ya en plena descomposición fue el estallido de diferentes sublevaciones campesinas, como la del Loto Blanco o la Revolución del Orden Celeste. De entre todas ellas la Taiping Tianguo fue sin duda la más importante. Este movimiento revolucionario y de corte anarquista se concentraba sobre todo en el sur de China, un territorio tradicionalmente hostil a los manchús, y en el que se había fraguado una sensibilidad de cierta nostalgia por los Ming, una dinastía a la que se idealizaba a la par que crecía el descontento por los Qing. Fueron las provincias de Guanxi, Guangdong así como el bajo y medio Yangtse un auténtico caldo de cultivo de sectas, cofradías campesinas y de sociedades secretas, muchas de ellas relacionadas con las artes marciales y que acabaron actuando como instrumentos de organización de la lucha armada campesina.
La Revolución Taiping fue además de un movimiento igualitarista, un movimiento revolucionario, puritano (prohibió el concubinato) y feminista. Prohibió también (cien años antes de que lo hiciera Mao Zedong) la costumbre ancestral de vendar de los pies de las mujeres. En clara oposición a la jerarquía confuciana en la que la mujer ocupaba un papel inferior, en el Reino Celestial de la Gran Paz, la mujer estaba considerada en total igualdad al hombre, y se le adjudicaba, por ejemplo, lotes de tierra en igual condición.
La Taiping sucumbió solo por la intervención de las potencias extranjeras que acudieron en auxilio de la ya decrépita dinastía Qing, cuando vieron amenazadas sus posesiones en la ciudad de Shanghai. El Reino Celestial de la Gran Paz no llegó a prosperar pero el germen revolucionario, igualitario y radical de la China del siglo XX y que alimentaria a la otra gran revolución de origen campesino, la revolución comunista, que sí cambió la faz de China en 1949, estaba ya allí.
Recomendamos una obra muy interesante a todos aquellos que quieren profundizar en la importancia histórica de la Revolución Taiping así como en el fenómeno histórico y antropológico de las revueltas campesinas en China: “Movimientos campesinos en China (1840-1949)” de Jean Chesneaux.